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La emancipación - ¿Sueño imposible?

19/04/2010

La emancipación - ¿Sueño imposible?

En España, la adquisición de la vivienda habitual es una costumbre y mucha gente considera que pagar un alquiler es tirar el dinero. Pero la realidad del mercado inmobiliario actual hace prácticamente imposible que los jóvenes se compren su propia casa.

Es cierto que comprar una vivienda es una inversión y que el alquiler es un gasto. Pero aún así, según la situación, puede tener más sentido económico ser inquilino que propietario. Recuerde que ser dueño de su casa supone, aparte de la cuota mensual de la hipoteca, una serie de gastos que no se recuperan ni aportan ninguna ventaja fiscal. Seguros de hogar, impuestos, mantenimiento y gastos de comunidad son desembolsos que los propietarios abonan. En el caso del alquiler, el casero es quien afronta estos pagos.

Y si adquiere una vivienda, además de su precio debe sumar otros costes inherentes a la formalización de una hipoteca:

  • Tasación.
  • Notarías.
  • Gestores.
  • Verificación registral.
  • Comisiones de apertura o de subrogación.
  • Impuestos sobre la constitución de la hipoteca.
  • Seguro de incendio y de protección de pagos.

Estos últimos gastos corren a cargo del comprador y suponen, de media, alrededor del 10% del importe financiado. Es decir, para una hipoteca de 150.000 € se tendría que desembolsar unos 15.000 € de gastos, además de la entrada. Estos gastos se pagan al comprar la vivienda, sin importar si se va a quedar en la casa durante un año o treinta. Si tiene pensado vivir menos de cinco años en la nueva vivienda, podría salir perdiendo.

El precio de la vivienda no es un problema específico de España. Poquísimos jóvenes (y no tan jóvenes) en Londres, Paris, Nueva York, Berlín y Estocolmo pueden plantearse comprar una casa. El alquiler es la única opción. El problema en nuestro país ha sido la poca oferta de pisos en alquiler y el alto coste de los mismos. Por ello, en los últimos años se han introducido numerosas ayudas y ventajas fiscales, tanto para alentar a los propietarios de pisos vacíos para que los saquen en alquiler (y así bajar los precios al aumentar la oferta) como para los inquilinos, sobre todo para los menores de 30 años.